viernes, 16 de febrero de 2007

Un hombre cano

El hombre movió su cabeza muy lentamente, sus cabellos canos apenas se apartaron, seguían haciendo juego con las paredes del hospital, sus ojos de muy poco brillo marcaban los años, el sufrimiento, el cansancio. Era un león con su melena húmeda, un hombre herido, respirando en la espera del final.
Achicó la vista para divisar a los seres que lo rodeaban y encontró rostros serios y tristes, se le hundía el pecho al respirar, y a cada suspiro, una gota de vida fugaba a la eternidad. Tan valiente es el hombre que se muestra en público con su llanto, ese llanto que no es pedido de piedad, es un llanto de impotencia ante el destino maldito. Con el esfuerzo que da el amor, extendió la mano el viejo hombre, para apresar con cariño la mano de su único hijo, acarició para sentir la unión que da la sangre, sellando como en un pacto el último suspiro, los rostros comprendieron la partida, y mostraron sus muecas de dolor, el médico no necesito certificar que lo yacía en el lecho, era ahora un cadáver.

El hombre con su cabellera mas blanca aún, arrastró sus pasos por el corredor del hospital mientras en sus mejillas corrían todas las penas del mundo, había llegado con lo mas querido en su vida, y se iba cargado de dolor y penas.....

Leonardo

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