sábado, 25 de julio de 2009

Un hueco en el corazón

Siempre me causa alegría y excitación ver Montevideo desde el cielo, miro la ciudad con el cariño de siempre y los recuerdos se alborotan por salir todos juntos, pero esta vez no es lo mismo, es más que extraña la sensación que me invade, he visto esta , mi querida ciudad, de muchas formas , y aun en los momentos en que estuvo más enferma, la seguí amando con alegría al verla. A la salida de aeropuerto estaba mi hermano, como siempre a cada una de mis llegadas, solo que esta vez el abrazo fue más fuerte y sin risas, solo con lágrimas. Casi no hablamos hasta llegar a casa, apenas un como estás, como te fue en el viaje, como anda tus cosas y pequeñas cosas más sin importancias, mi avidez por ver la ciudad no era como las otras veces , mis pensamientos estaban en recuerdos de mi niñez, y solo el viejo Montevideo florecía en mi mente. Entrar a la casa fue tan penoso como nunca me lo hubiera imaginado, había en mi un deseo de que todo fuera una pesadilla y que mi madre saliera de la cocina con su hermosa sonrisa y sus brazos abiertos para recibirme. En el fondo estaba todo el resto de la familia, con caras largas y mirada esquiva, ninguna sonrisa, había mas que tristeza en aquellos rostros. Apenas me senté, mi hermana mayor empezó hablar, fue directo al grano, que ella quería tal cosa, que aquella tal otra , que aquel le correspondía aquello y etc etc. ni recuerdo que era lo que deseaban o que le correspondía a cada uno, fui mirando el rostro de cada uno de ellos y nadie me miro a los ojos, cuando acabe me levanté , entré a la casa, la recorrí recordando los momentos más felices en que en ella pasé, mi vista se detuvo en un cuadrito en que estaba mi madre conmigo , los dos riéndonos, recordé que nos reíamos de felices , por el solo hecho de estar cerca y sanos , por el solo hecho de tenernos , por el solo hecho de estar en esos momentos riéndonos juntos frente a una cámara. Tomé la fotografía, la besé , la apreté contra mi pecho y me fui despacio llevándome lo que solo en aquella casa había como prueba de que alguna vez la alegría había estado presente. 

 

Leonardo

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