miércoles, 20 de febrero de 2008

San Valentín

El hombre tenia un gabán negro, zapatos marrones, y pantalón azul obscuro, tenia el cuello levantado , cubriendo parcialmente el rostro colorado, como si estuviera haciendo un gran esfuerzo o invadido por un calor interior que contrastaba con los dos grados bajo cero que había en la ciudad.

Entre codazos trataba de abrirse paso, para llegar hasta el vendedor de flores , estaba obstinado en comprar ese ramo de rosas rojas que reposaba en el medio del estante, una señora gritaba al vendedor que deseaba tal ramo, un mastodonte grandote, vociferaba que deseaba tal otro ramo, y el, preocupado, levantaba la mano señalando el preciado ramo, tenia que conseguirlo , estaba seguro que ese ramo era su última oportunidad para congraciarse con su amada, le había entrado remordimientos de haberse olvidado de la San Valentín, y su pensamiento se había obcecado con el ramo de rosas , algo que le indicaba que era esa la solución a su mala acción, entre empujones logró obtener el ramo y salio feliz , victorioso, radiante, tan feliz y extasiado, que se le llenaban de lágrimas los ojos de la emoción, al pensar en el rostro agraciado de su amada iluminado ante la belleza del ramo, tan lejos estaba del mundo terrenal apretando el ramo, que cruzó la calle sin mirar , y otro apresurado no pudo esquivar con su coche arrollar al peatón, que con el manto obscuro, y apretando un ramo de rosas, se despatarró contra el pavimento con la cabeza partida y los ojos sin luz.

La policía recogió el cuerpo del maltrecho hombre, que en su última acción en la San Valentín, eligió con una buena causa, partir al infinito con un ramo de rosas rojas y un pensamiento para su compañera.

Leonardo

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