martes, 29 de junio de 2010

Autopsia a la soledad

Me casé cuando ya la juventud llegaba al ocaso, un poco apurado por la desesperación de ver a mis antepasados partir y llegar a Navidad con menos brindis y más horas para dormir. Hay más días para recordar que para crear, la fatiga se adueña de tu ser como si la verdad le perteneciera, la experiencia es el grito de esperanza para defender nuestros fracasos, pero la verdadera reina de la humanidad es la soledad, solo te vas, como solo naces, en tu cráneo solo tu voz hace eco, solo te respondes , solo te convences, solo te temes. Son tus ojos las ventanas al mundo, y allí te asomas para encontrar a quien te acompañe en el duro camino, incierto, ignorante, misterioso. Piedad sientes hacia alguien, cuando en realidad solo esperas piedad hacia ti, quieres ser fuerte, y te rodeas de débiles, escondes tus temores y solo logras quedar solo, solo como un planeta, como una estrella sin rumbo ni meta. Buscas el paraíso en la tierra como algo material, y solo puede existir en tu imaginación, pobre delirio que se repite con cada sueño y en cada cabeza, cada cerebro un edén, cada gusto otro universo. Caminas por el mundo sin entender la música de las flores, solo te embaucas con su aroma y respiras el olor humano, fluidos de sentidos con explicación inexplicables. No ves que solo la solitud te empuja hacia afuera, contracciones parturientas para enfrentar el divino don de la vida. La sabia naturaleza te dotará de entendimiento, solo si te resignas a no profanarla hiriendo tus carnes, y solo comprenderás en el abismo que la repuesta a la existencia es la búsqueda de quien te acompañe en tu cruzada. Solo después de casarme, comprendí que no buscaba eliminar la solitud ni reemplazar los que me faltaban, solo ahí comprendí que la meta de nuestro pasaje por tierra era conocer el amor. Nunca será tarde, el amor no tiene reloj.

Leonardo

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buscar la plenitud, la felicidad… ardua tarea de mortales, de hombres que buscan su viaje final, esa incertidumbre que nos acecha, queremos saber cómo será el futuro nuestro, como nos iremos a ese paraíso perdido que nos parece muchas veces más cercano que distante, pero lo peor se nos olvida vivir el presente, el presente histórico. Casarse o no un costumbrismo social, al parecer buscamos hasta eso, satisfacer a una sociedad que no hace nada por nadie, pero creemos encontrar esa felicidad y esa plenitud en otra persona, y nos damos cuenta que la felicidad esta en nosotros mismos. Vivir es lo más fácil que posee la vida, el fruto humanamente insignificante del trabajo diario, la soledad, la tristeza, el dolor, las humillaciones, las críticas mordaces, el desaliento, las angustias, las tentaciones, el dolor… es lo que compartimos. El paraíso perdido que buscamos y que no encontramos en la tierra esperamos encontrarlo frente a nosotros, para encontrarnos nosotros mismos, esa búsqueda misteriosa que nos ha acechado en nuestro viaje, nos enseña el camino el cual será nuestra última parada. Y esperamos no encontrarnos con un universo muerto, sino que con un universo maravilloso, lleno de vida en donde la nostalgia no pueda mantener cautivo a nadie. Y los astros reciten sonetos a nuestra llegada, esperando escuchar la Sonata de Reducto, contemplando un plenilunio de un septenio conjugados en un selecto septeno. En nuestro mundo terrenal no nos percatamos de la hermosa naturaleza que nos rodea, que nos oxigena, que nos da vida y que nos permite contemplar el don de la vida, el don de la gratuidad de Dios, y nos damos cuenta que todo lo que respira alaba a Dios y da Gloria a Dios en su belleza deslumbrante escondida en esa bendita naturaleza. Dejamos la naturaleza en nuestra partida y esperamos encontrar en nuestro universo un mundo ideal, pero al cruzar nos damos cuenta, que en la otra orilla, hay mucho de lo mismo o quizás diferente, mejor quizá o tal vez no. Entonces en realidad, ¿qué es esa búsqueda? Y cuando nos vemos ya en el cruce, en ese mundo que me espera, queriéndome seducir, ¿Con que? Sera que con sonrisas, abrazos… Y pienso en lo que tuve o tendré en este mundo que me espera, pero, ¿Quién me acompañara? Sera a caso la nostalgia, una mujer, un animal… ¿Sera que encontré el paraíso? A lo mejor me encontré con mi mismo y con el abrazo místico de un ser Supremo que me esperaba y al tener ese encuentro con el Amado, logre haber llegado al fin de mi viaje, a la plenitud y búsqueda de mi mismo, que me hizo tomar y cruzar la autopista a la soledad. Entonces, lo mas hermoso que tiene la vida es el Amor y en nuestro viaje ese fue el pasaje que ganamos, el Amor!! Y en la autopista a la soledad, al cruzar nos encontramos con el que espera poseernos eternamente, de manera absoluta y perpetua, el Amor. En la autopista a la soledad también se visualiza a la distancia, en el horizonte, el Amor. La soledad, el sufrimiento, la tristeza, la angustia… son las riquezas de nuestra vida y la vida está llena de obstáculos, sin ellos no hay vida y lo que hace preciosa a la vida, el Amor. Autopista a la soledad = Autopista al amor. Nos surge la interrogante, si el amor no tiene reloj, ¿Qué es el tiempo entonces?

Anónimo dijo...

me parece que es Autopsia y no Autopista !