sábado, 16 de junio de 2007

Paralisís

Sentí que la parálisis me invadía desde los pies, apenas logre llegar a la cama, que ya sabía que debía yacer ahí, para no caer en algún lugar incomodo, o peligroso, las piernas, eran como si estuvieran atadas, y a cada intento de moverlas , era la cadera la que respondía con dolor.
Los dedos de las manos, era como si no los tuviera, y los brazos pesaban enormemente, pero no demorarían en dormirse, al igual que el cuello, a la desesperación de la inmovilidad, se sumó la vergüenza de solo pensarlo, el esfínter no iba a detener la materia fecal. Fue una perdida de tiempo esos pensamientos, tiempo precioso que tendría que haberlo aprovechado para telefonear a alguien por ayuda, ahora sabia que nadie vendría y quizás pasaría mucho tiempo antes que alguien se diera cuenta de mi desaparición de los lugares habituales.
Apenas me quedaba los párpados con movimientos, la boca se había sumado a la parálisis general y no podía saber si me había quedado abierta o cerrada, mi horror fue al descubrir una mosca verde, que volaba irregularmente, buscando de pronto el origen del olor por el cual había venido hasta allí.
Ante tanta desesperación había descubierto que en la frente si tenia sentidos, y que estaba sudando, que oía perfectamente y que me era imposible de emitir sonidos, aunque podía respirar normalmente.
Mis análisis de la situación se pararon cuando la mosca se detuvo en mi oreja , la sentía perfectamente, como caminaba con pequeños zumbidos buscando el interior, hacia poco había leído que las moscas verdes depositan sus huevos en los oídos de los cadáveres aun calientes, para asegurar a sus crías con alimento inmediato. Sentí como la mosca se introducía en el interior de la oreja derecha produciéndome escorzos , era la imaginación que me hacia ver como la mosca expulsaba sus larvas , pero, eran los sentidos los que me hacían confirmar a las larvas entrando en el orificio auditivo. Ni la desesperación, ni la fuerza de voluntad , ni la rebeldía , ni los rezos , lograban activar mis músculos para desalojar a los inmundos invasores , el repugnante insecto había desovado y ahora volvía a volar nuevamente , yo lo miraba espantado, y no acababa de imaginar el infierno cuando la mosca se poso en mis labios , la muy repugnante estaba bebiendo de mi saliva, el esfuerzo del parto le había dado sed. Con toda tranquilidad lamia mi fluido , lo vomitaba, y lamia con lento gozo, no terminaba mi suplicio al ver a otra mosca penetrar en mi aposento, esta se dirigió directamente a mi ojo izquierdo, logre parpadear , pero ella no estaba dispuesta a abandonarme, su segundo intento fue posarse en donde nacen las arrugas, aunque parpadeaba violentamente no la podía espantar, por contra el espanto fue para mi, al ver aparecer dos moscas mas ...y una tercera... y una sexta..........

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