Había una vez una brujita que era chiquitita, muy chiquitita, y ella lei muchos libros de magia,
buscando una formula para ser más grande, pero no encontraba ninguna poción mágica para crecer. Ella miraba a otras brujitas y todas eran más grandes que ella,
y se preocupaba, se preguntaba porque ella era tan chiquita y las otras
tan grandes, el gato y el perro ni la miraban la ignoraban
completamente, se preocupaba cada vez que quería agarrar algo de la
mesa, no llegaba y se tenía que ayudar con una silla. Hasta que un día
la brujita fue y le preguntó a su abuelo como hacer para crecer,
porque ella era muy chiquita y quería ser grande. El abuelo le dijo,
que para crecer la magia estaba en comer todo lo que la madre le diera y
que no se desesperara con el tiempo, que ya iba a crecer, pero mientras sea tan chiquita es más fácil para entrar en los corazones de quienes la conocían así como entro en el corazón de su abuelo y creció tanto que aun si abría los brazos bien ancho era imposible mostrar lo grande que era ese amor. La brujita sonrió y la luz de su sonrisa iluminó su dulce carita y desde ese día ya no le importó si era chiquita o no.
Leonardo
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